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miércoles, 27 de febrero de 2008

Borracha y meada (sodoma y pedorra)

Os presento un relato sacado de la red y que anteriormente publiqué en el antiguo foro.

Borracha y meada
Permalink 02.01.07 @ 23:20:45. Archivado en Relatos eróticos, PEDORRAS



Hola Marifé y gracias por publicar mi relato. Ante todo quiero presentarme. Mi nombre es Aitana, tengo casi 29 años, y soy soltera.

A pesar de haber estado en diversos momentos de mi vida casi a punto de que me lleven al altar, yo he preferido renunciar al sueño que la mayoría de las mujeres tienen de formar una familia, por yo soy, siempre lo fui y me imagino que lo seguiré siendo, una mujer infiel.

Nunca pude estar demasiado tiempo con una persona sin ponerle los cuernos. tal vez algunos de ustedes me juzguen y sientan pena por mí, pero lo cierto es que no todos somos iguales y yo ya me he aceptado y ya me he acostumbrado a mi forma de ser, cambiante y caprichosa en lo que a lo sentimental y a lo sexual se refiere.

Soy además una mujer sumamente atractiva, alta (1,82 m) y delgada, con un cuerpo armonioso y pechos bien formados y aún capaces de causar envidia en cualquier adolescente. Soy rubia, y uso el pelo algo corto, pues prefiero destacar mi rostro, que sea tal vez mi principal atractivo. Lo que voy a contarles sucedió una semana antes de que rompiera con mi entonces novio Martín, de esto hace ya dos meses.

Con motivo de su cumpleaños organizó un festejo en la casa de sus padres, no es que aún viva con ellos (él es un poco menor que yo, tiene 27 años) pues trabaja, al igual que yo, ambos somos empleados de la misma empresa, donde nos conocimos, y cuenta por lo tanto con un ingreso que le permite mantener un departamento donde vive. Pero de todas formas su departamento era muy chico para la reunión que él quería hacer, por lo que les pidió a sus padres que le permitieran usar su casa, que cuenta con un gran patio y un espacioso living, de manera que todos entraríamos cómodamente.

Invitó a un montón de gente, gente del trabajo, amigos del club, ex compañeros de la facultad, conocidos de diversos lugares, con los que éramos un grupo bastante grande. El aprovechó la ocasión para presentarme a sus padres, aprovechando la informalidad de la ocasión ya que no traía para mí compromisos ni situaciones que me incomodaran.

Afortunadamente, y aunque los grupos no se conocían entre sí, pronto todos se integraron y varios que recién se conocían charlaban animadamente, pues Martín es un exelente anfitrión y pronto logró crear buen clima en la fiesta. desde temprano yo me puse en el papel de la anfitriona, pues a pesar de que no era mi casa era yo la novia del cumpleañero, por lo que me ubiqué junto a la licuadora preparando daikiris para todos toda la noche, o al menos esa era mi intención en un principio, porque de a poco —trago va, trago viene— me fui poniendo más y másalegre, al punto de deshinibirme por completo, sin parar de reír y bailando con todo el mundo.

Borracha como estaba, y con todo el líquido que había tomado, en un momento sentí urgencia por ir a al baño para orinar. Al mismo tiempo que me siento en el retrete, alguien, que no me habría visto entrar (¿o si?) golpea a la puerta. Sin pensarlo, en lugar de decir "ocupado", dije "adelante". entonces entró uno de los amigos de la infancia de mi novio. Cuando me vio allí sentada, con la pollera subida y la bombacha baja, se quedó mirando perplejo. en ese momento comencé a orinar.

— Es que... como me dijiste que pase...— dijo disculpándose, pero sin salir del baño.
— Si, vení. ¿Estás con ganas de hacer pis?
— Muchas.
— Yo te ayudo

Lo agarré con mis manos de la cintura, lo traje a mi y le desabroché el cinturón. En ese momento dejé de mear yo. Entonces le bajé la bragueta, y luego los jeans hasta la rodilla. tenía unos slips blancos, y yo se los bajé de un tirón, dejando a la vista un monstruo enorme que le colgaba entre las piernas. Por mi parte separe las mías, y hacia allí apunté el choro de pis que dejó salir cuando yo le indiqué que así lo hiciera.

Meaba como un caballo, y yo fui corriendo su pene de manera de apuntar su tremendo chorro hasta que rozara mi concha. Era fantástico, sentía su pis caliente mojando mi vagina, mi bello púbico estaba empapado por su pis. Cuando dejó de mear, en vez de sacudírsela, me la metí en la boca, saboreando las últimas gotas del líquido, y provocándole una erección. Se le paró brutalmente, y yo se la chupé con gran habilidad (mi experiencia es amplia en esas lides) mientras yo me masturbaba con mi mano libre.

Acabamos los dos enseguida, yo por obra de mis propios dedos que frotaban con suavidad mi concha impregnada en pis, y él me llenó la boca con su semen, que tragué gustosa. Luego él salió del baño, y yo lo seguí un rato después, para que no nos vieran salir juntos. Esa fue mi única experiencia sexual donde el pis tuviera lugar, y creo que me gustaría repetirla.

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